25.4.07

Curiosidad


En la radio sonaba una canción a punto de ser olvidada. Del ventilador brotaba un murmullo de viento forzado a trabajar las horas extras de la triste tarde. Y triste es porque los pensamientos se arremolinan en mi cabeza como buitres ante la vista de un animal moribundo. Yo no la maté, no la maté pero me siento como si mano hubiera empuñado cinícamente el arma que le brindó la muerte. Cuando llegué ya llevaba varias horas muerta. La encontré sentada a la mesa del comedor como alguien que ha invitado al destino para la cena.
Desde ahí todo ha sido como formar parte de una historia que nada tiene que ver conmigo, como andar viviendo en tercera persona. No se cuantos días han pasado desde que la enterré. Recuerdo como la tierra, convertida en lodo por la lluvia, caía sobre el ataud tratando de borrar lo último que quedaba de ella. Hoy no aguanto más y quiero dormir hasta convertirme en un único deseo, jamás haberla conocido. Todavía guardo su ropa en mi closet y hasta he cambiado las flores de la entrada. No es fácil seguir viviendo en este departamento donde todavía la veo cambiarse de ropa y quejarse porque odia levantarse temprano. Te juro que no la maté. 



Yo solo tenía curiosidad de saber si también ella tenía corazón.




19.4.07

Ella

Ella ya no piensa, ya no cree, solo espera. Ella camina mientras la tarde llora sobre sus penas en cualquier día de mayo. Ella sueña con montañas lejanas y ríos huérfanos, si, todavía sueña, pero solo algunas veces. Ella ya no perfuma esos vasos tristes sin tequila y tampoco ríe al recordar lo que algún día quiso olvidar. Ella está ahí tan triste, tan sola, tan ridículamente sola que da pena de pensarlo. Ella ya no fuma ni juega con el humo que le ha arrancado el aliento.




Ella ya no está pero sigue esperando.





18.4.07

Fe

Cuando despertó se dió cuenta de que había perdido la fe. La buscó por todos lados, ya sabes, clásico, la buscó debajo de la cama, en el bote de la ropa sucia, en su mochila, en los cajones del buró, en el clóset y hasta en sus recuerdos. No pudo encontrarla. Pasó todo el día pensando en ella, tratando de recordar cuando fue la última vez que la vió, tratando de recordar sus señas particulares y pensando si sería más efectivo hablar a locatel o poner un anuncio en el periódico; "Se busca Fe. Señas partículares: maltratada y confundida. No se sabe cuando se le vio por última vez, se fue perdiendo poco a poco. Si la ve favor de comunicarse al..." Nah, no tenía caso. Era mejor esperar que regresara solita, de todas formas no era la primera vez que se perdía. Ya se había perdido en el ´94, en el ´98, en el 2000 y dos veces en el último año, para qué preocuparse, ya regresaría.

Cuando llegó al trabajo no pudo quitarse de la cabeza esa canción (Dile que la quiero, dile que me muero de tanto esperar,que vuelva ya,que las rondas no son buenas,que hacen daño, que dan penay se acaba por llorar...) que había escuchado en la radio del micro así como tampoco pudo quitarse del zapato restos de la caca de perro que pisó al salir de su casa. Pobre hombre, solo imagínatelo: los zapatos embarrados, la cabeza saturada y la fe extraviada. Daba lástima verlo, bueno, también daba risa, y es que el sentir lástima por alguien y el que te provoque risa el ver su miseria son parientes, algo así como primos lejanos. En fin, la jornada terminó y el regresó a su casa cuidando mucho donde pisaba (ahogado el niño...). Llegó a su edificio, luchó como siempre con la cerradura hasta que ésta pidió tregua, subió los 38 escalones que llevaban al segundo piso, caminó los 8 metros de pasillo hasta su puerta y entró a su departamento. Se quitó los zapatos en chinga para no manchar la alfombra con lo que pudiera quedar de caca, fue hasta la sala y prendió la tele en cualquier canal. Fue a la cocina para sacar una cerveza cuando de repente escuchó en la tele una noticia; tiroteo en universidad gringa, saldo: 33 muertos entre ellos el homicida.

Y ahí fue cuando lo entendió todo, en medio de su departamento le cayó el veinte. Su fe no se había escapado, se había suicidado.

Hoy...

El sonido del despertador, la luz entrando por las cortinas, la ropa tirada por todos lados, los ruidos provenientes de la calle, el polvo acumulándose en las mismas esquinas. Todo parecía igual al día anterior. Todo menos su ausencia que se mostraba muy presente en mi respirar. ¿Con qué valor te levantas y enfrentas al mundo? ¿Con qué gestos tratas de ocultar el miedo que te llena y que en cada palpitar te recuerda lo real que es? No lo sé, no lo sabes y no importa. Hoy la vida no está. Hoy me hace falta aunque en realidad no se haya ido.
Hoy voy a dedicarme a atrapar sueños, corretear ilusiones y cazar deseos.